www.paquebote.com > Emily Dickinson
Emily Elizabeth Dickinson (1830-1886) nació, vivió y murió en Amherst, Massachusetts, un pequeño pueblo agrícola de Nueva Inglaterra. En su casa, la poeta ocupaba “Un cuarto propio”, en el que escribió sus versos a salvo de interferencias no deseadas y donde fue guardando una obra que, por su calidad y belleza, ha resistido al tiempo hasta llegar a nuestras manos.
La ocultación durante muchos años de la influencia decisiva que tuvo en su poesía la estrechísima relación que mantuvo, a lo largo de toda su vida, con su amiga de la adolescencia y después cuñada Susan Huntington Gilbert, obstaculiza y oscurece la comprensión de la obra de Emily Dickinson. De ella se han conservado 1.789 poemas, más de 1.000 cartas y algunos fragmentos de textos en forma de notas, recetas o misivas.
Después de su muerte, su hermana Lavinia encontró en un baúl cuarenta libros manuscritos, cuidadosamente cosidos por Emily, con más de 800 poemas que ella había seleccionado y agrupado estableciendo así su propio plan editorial. Lamentablemente toda su obra original ha sufrido manipulaciones diversas, que han ha llevado a interpretaciones no solo equivocadas sino contrarias a lo que la poeta dejó escrito. Actualmente, investigadoras como Martha Nell Smith, Ellen Louise Hart o Lyndall Gordon están desvelando datos que permiten conocer y comprender la vida y la escritura de Emily Dickinson con todos los matices que contiene una auténtica obra de arte como la que ella compuso.
"Emily Dickinson, (Amherst, MA. 1830-1886) fue una mujer muy culta, con conocimientos profundos y originales de Lengua, Astronomía, Botánica, Química, Geografía y Literatura. Ella leyó y se inspiró en las autoras más conocidas de su tiempo, como Charlotte, Emily y Anne Brontë, Elizabeth Barrett Browning, Elizabeth Gaskell y George Elliot. También la Biblia, la observación atenta de la Naturaleza y las obras de Shakespeare están muy presentes en sus poemas.
Con toda esta sabiduría y la genialidad incomparable de la que fue dotada por la vida, hizo de su escritura un “Camino de perfección” que no deja nada al descuido, logrando decir más y mucho más allá de lo comúnmente decible. Por eso siempre sorprende, “recrea y enamora”, porque sus palabras tocan el centro del universo, el nervio de cada dolor, la médula del amor, “el tuétano del día”, es decir, la experiencia.
A las mujeres nos gusta crear de algo ya creado, no crear de la nada, cosa esta, por lo demás, rara y difícil. En este sentido, la traducción de la poesía completa de Emily Dickinson, de la que en este libro ofrecemos los Poemas 601-1200, es una creación, creación consistente en trasladar las palabras y el sentido de una obra maestra, obra que a las traductoras (y no es una coquetería) nos desborda, de la lengua materna de su autora a la nuestra. Y hacerlo con toda la fidelidad, la admiración, el amor, la devoción (¿por qué no, si solo significa “entrega a lo máximo”?), la atención y el sentido de la autoridad de que somos capaces." (María-Milagros Rivera Garretas y Ana Mañeru Méndez.)
• El libro incluye un CD
• Traducción: Ana Mañeru Méndez y María-Milagros Rivera Garretas.
Edición bilingüe.
Emily Elizabeth Dickinson (1830-1886) nació, vivió y murió en Amherst, Massachusetts, un pequeño pueblo agrícola de Nueva Inglaterra. En su casa, la poeta ocupaba “Un cuarto propio”, en el que escribió sus versos a salvo de interferencias no deseadas y donde fue guardando una obra que, por su calidad y belleza, ha resistido al tiempo hasta llegar a nuestras manos.
La ocultación durante muchos años de la influencia decisiva que tuvo en su poesía la estrechísima relación que mantuvo, a lo largo de toda su vida, con su amiga de la adolescencia y después cuñada Susan Huntington Gilbert, obstaculiza y oscurece la comprensión de la obra de Emily Dickinson. De ella se han conservado 1.789 poemas, más de 1.000 cartas y algunos fragmentos de textos en forma de notas, recetas o misivas.
Después de su muerte, su hermana Lavinia encontró en un baúl cuarenta libros manuscritos, cuidadosamente cosidos por Emily, con más de 800 poemas que ella había seleccionado y agrupado estableciendo así su propio plan editorial. Lamentablemente toda su obra original ha sufrido manipulaciones diversas, que han ha llevado a interpretaciones no solo equivocadas sino contrarias a lo que la poeta dejó escrito. Actualmente, investigadoras como Martha Nell Smith, Ellen Louise Hart o Lyndall Gordon están desvelando datos que permiten conocer y comprender la vida y la escritura de Emily Dickinson con todos los matices que contiene una auténtica obra de arte como la que ella compuso.
«Leer y traducir hoy a Emily Dickinson requiere deshacer una leyenda que, durante más de un siglo, ha tratado de convertirla en una autora convencional y fácilmente digerible.
Su vida, inseparable de su obra y de una originalidad poco común, está vinculada íntimamente con Susan Huntington Gilbert (Deerfield, Massachusetts, 1830-1913), que primero fue su amiga y a partir de 1856 también su cuñada, porque en ella encontró inspiración y medida en la escritura.
La relación entre las dos mujeres, que duró desde la adolescencia hasta la muerte, desbordó el canon poético masculino del siglo XIX y lo considerado aceptable por su sociedad. Como consecuencia, la poesía de Emily Dickinson fue censurada desde su primera publicación con cortes, tachaduras, retoques y omisiones para cancelar, precisamente, esta relación.
Su independencia de juicio, su libertad, su capacidad de destilar "sentido asombroso de significados corrientes" no pueden leerse sin estremecimiento y sin transformación interior.
Acercarse a su obra y traducirla es una aventura en la que hay que arriesgar, sabiendo que pocas veces se consigue trasladar a la lengua española las varias creaciones que coexisten en cada poema.
Hay una medida y una intención exactas en cada palabra, cada signo, cada corte, cada mayúscula, cada cambio de estrofa y cada pausa. Todo esto se pierde cuando se opta por suavizarla para facilitar la lectura. La escritura femenina de Emily Dickinson nunca es banal, es siempre lengua materna, nunca discurso, y como tal hemos querido leerla y transmitirla.»
[Traducción: Ana Mañeru Méndez y María-Milagros Rivera Garretas.]
Emily Dickinson fue una mujer inteligente, rebelde y culta que, en su encierro voluntario en la habitación de su
casa en Amherst, construyó una de las obras más sólidas de la literatura universal. Como señala Juan Marqués en la presentación, sus poemas “además de ser escritos, en principio, exclusivamente para la inmensa minoría de sí misma, fueron, a un tiempo, complicadísimos y simples, alegres y triste, transparentes y enigmáticos, Son poemas que acompañan y ayudan a vivir a quien los lee, que enseñan a observar mejor, que obligan a ser más compasivo”. Aunque su obra es muy extensa, hemos preferido editar un libro pequeño íntimo, dickinsoniano, para lo que ha sido fundamental la visión poética de la ilustraciones de Kike de la Rubia.
Edición y prólogo de Nicole d'Amonville.
Emily Dickinson (1830-1886) es quizá la poeta más grande del siglo XIX, la que abrió el camino a la poesía moderna. Esta selección -integrada por 101 cartas, que abarcan toda la vida de la escritora- nos ofrece una muestra de su ingente y valiosísima correspondencia, a menudo tan intensa y sobrecogedora como su propia poesía.
La poetisa norteamericana Emily Dickinson nació en Amherst, Nueva Inglaterra, en 1830. Estudió en la Academia de Amherst y en seminario femenino de Mount Holyoke, Massachusetts, donde se formó en un ambiente calvinista muy rígido, contra el que manifestó una obstinada rebeldía, pero que impregnó profundamente su extraña concepción del Universo. Emily Dickinson se aisló muy pronto del mundo y no admitió, a partir de entonces, entrar en contacto con nadie que no estuviera a la altura de sus conocimientos y de sus afectos, como lo estuvieron, por ejemplo, sus cuatro preceptores : Benjamin Franklin Newton, quien le hizo leer en edad muy temprana a Emerson, y luego el reverendo Charles Wadsworth, el escritor Samuel Bowles y el juez Otis P. Lord, con quienes mantuvo una correspondencia abundante y asidua a la que hoy recurren todos aquellos que desean ahondar en la aventura espiritual de tan peculiar personalidad. En 1861, Emily se parapetó definitivamente en lo que ella llama «mi blanca elección», por lo que, a partir de ese momento, no llevó otro color que el blanco. Se recluyó tras los muros del caserón construido antaño por su abuelo y allí vivió, en la atmósfera puritana de una pequeña ciudad, el ambiente de los años de la guerra civil. Muy pocos tuvieron ya acceso a ella, y de ella sólo se conserva la diáfana imagen de «una blanca mariposa de la luz». Murió en esa mítica penumbra en 1886. Sólo cuatro años después se publicó el primer volumen de sus 1775 poemas. Había escrito casi toda su obra entre 1858 y 1865, creando un estilo que se mantuvo incólume desde sus primeros versos y que nos llega, un siglo después, tan cristalino como el instante de su concepción. Al no haberse sometido a las exigencias de la publicación, este estilo es extraordinariamente libre y no remite sino a la propia ensimismada personalidad de la poeta. Es una escritura de soledad, de absoluta independencia. La gran poetisa argentina, Silvina Ocampo (1903), irrumpió en la intimidad de esa terca reclusión al emprender hace ya unos años, lentamente, con la misma meticulosidad y pulcritud que la norteamericana, la traducción de estos 596 poemas. Nos ofrece así la posibilidad de compartir con ella el placer de su propio asombro, de la propia vivencia poética de tan enigmática obra. Jorge-Luis Borges, amigo de Silvina y admirador de las dos poetisas, se hace, en su Prólogo, portavoz de esta «comunión»
Figura que muy lentamente pero con fuerza incontenible ha ido haciéndose durante el siglo xx con un lugar descollante en la lírica universal, EMILY DICKINSON (1830-1886) se revela como poeta inclasificable, aunque imprescindible, pues pocas figuras han transitado como ella por el sutilísimo filo que separa el ser del no ser , el exterior del interior, la plenitud del vacío, la palabra del silencio. Seleccionada, prologada y traducida por Amalia Rodríguez Monroy, la presente ANTOLOGÍA BILINGÜE reúne ciento un poemas que, pese a tomar como criterio preferente su imagen más "gótica", «la más decadente y fuerte, la que justifica su lugar entre los grandes, la que más se acerca a nuestra modernidad», incluye asimismo, como necesario contrapunto, algunas de sus composiciones más tempranas y amables.